viernes, 11 de septiembre de 2020

¿Qué es la literatura?

Evaristo Carriego es un librito poco conocido de Jorge Luis Borges (*). El mismo autor lo describe como un intento «despreocupado» de ejecutar la paradoja que toda biografía plantea; en este caso, de ejecutar la paradoja biográfica del poeta argentino Evaristo Carriego

La paradoja, por cierto, no es otra sino aquella en donde un individuo quiere despertar en otro recuerdos de un tercero. Lo que, en esencia, resume la aspiración de toda biografía.

Jorge Luis Borges (1976)
Jorge Luis Borges (1976)
Fuente: Wikimedia Commons

Ahora bien, aquí me interesa comentar sólo una parte del librito; es decir, la parte siete. La misma se titula «Las inscripciones de carro» y es un ensayo muy breve sobre las inscripciones que adornaban a los carros de caballo (y carretas) que deambulaban por el Buenos Aires de principios del siglo XX. 

Borges las describe como una «excesiva yapa expresiva»—en Venezuela diríamos ñapa en lugar de yapa, es decir, una añadidura—que, a su vez, sirven como «expresiones de resistencia, forma, destino, altura, realidad» o comentario social.

Algunos ejemplos vienen al caso, listados por el mismo Borges: «La madre del Norte», «El vencedor», «El anzuelo», «La balija», «El liberal», que son suerte de afirmaciones de lo que se es o se posee, o de lo que se quiere ser o poseer. Igual están otras más cómplices como «Qué habrán hecho tus ojos» o «Donde cenizas quedan fuego hubo». O esas otras de carácter más admonitorio como «No tengo apuro» o «Quien envidia me tiene desesperado muere». Sin faltar las cuestionadoras como «Qué mira, envidioso». La diversidad sorprende.

En todo caso, Borges concluye su inventario con una frase que capturó mi atención de inmediato: «No hay ateísmo literario fundamental». La frase es escarbosa, desenterrante. Pero, ¿qué quiso decir Borges? 

Su ensayo es, por cierto, una defensa del valor social de las inscripciones, sin importar sus carencias eruditas. Sin embargo, Borges parece admitir lo que para algunos pudiera ser inadmisible: «Yo descreía de la literatura, y me he dejado aconsejar por la tentación de reunir estás partículas de ella». 

Me pregunto: ¿qué es la literatura, entonces? 

Post data: Las inscripciones de carros de Borges me recuerdan su equivalente moderno en cualquier ciudad latinoamericana. En Valencia, la ciudad de mi juventud universitaria en Venezuela, las camionetas (o microbuses) iban muchas adornadas por inscripciones similares, apócrifas algunas, emuladoras otras. Lástima que no me tomé algún tiempo para «cazarlas».

(*) Me refiero aquí a la exquisita edición de bolsillo de Alianza. 

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Publicado originalmente en El amigo invisible (14 de agosto de 2014).