miércoles, 21 de octubre de 2020

Borges, la cábala y el «New York Times»

 

El New York Times recién publicó un ensayo por la escritora canadiense Rivka Galchen, en donde ésta ofrece un comentario sobre el ensayo «La fruición literaria», una pieza juvenil de Jorge Luis Borges, publicada por allá por 1928. El ensayo es parte de la antología On Writing, recientemente publicada por la casa editorial Penguin Classic bajo la dirección editorial de Suzanne Jill Levine.

Allí, Galchen explora el tema de las influencias, particularmente en cuanto a la práctica de la escritura y, por otro lado, en relación al motivo, muy presente en Borges, del "ideal platónico del escritor" y de su culto. 

La crítica se concentra, como se dijo antes, en el ensayo «Literary Pleasure», que Borges publicó originalmente en español (en 1928) como "La fruición literaria" (*).

Robert L. Stevenson (c. 1893)
Fuente: Wikimedia Commons
Otro tema que Galchen explora en su ensayo es la influencia del escritor de aventuras escocés, Robert Louis Stevenson, sobre Borges. La misma ha sido bien documentada ya (por ejemplo, por Daniel Balderston en su libro El precursor velado: R. L. Stevenson en la obra de Borges), así que en esto Galchen no ofrece nada nuevo, fuera de su mención de la novela de Stevenson The Wrecker, que tampoco es nuevo como puede verse en el trabajo del mismo Balderston citado antes.

En fin, me interesa resaltar una cosa. Galchen menciona que Borges, en su prólogo a la antología El jardín de senderos que se bifurcan (parte de la colección Ficciones), explica sus razones para no escribir novelas del siguiente modo (aquí ofrezco la versión original de la cita en español):

Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros… Mejor procedimiento es simular que esos libros ya existen y ofrecer un resumen, un comentario.(**)

Esta cita y la mención a la obra de Stevenson (cuyo tema ella resume con la frase «the hyperbolized material world measures up to the outsize passions of the heart»), le sirven a Galchen para desarrollar lo que es su motivo más interesante: la manera como el culto a la lectura conjura, en Borges, el deseo de inventar el libro que su corazón «desperately wishes to respond». Galchen cita, por ejemplo, el cuento «Pierre Menard, autor del Quijote» (también en Ficciones).

Como se recordará, Pierre Menard es un escritor que quiere componer el Quijote, «no otro Quijote», aclara, «sino el Quijote». Su deseo no es copiar la obra del castellano sino, usando la palabra de Galchen, «conjurarla». En otras palabras, Menard quiere crear una obra que produzca en el lector una experiencia idéntica a la que produjo la obra original en el lector del siglo XVII, pero trasladada al siglo XX. 

Si reiteramos, lo que Menard quiere hacer es «conjurar» la grandeza de la obra del castellano pero sin repetirla y, más importante aún, sin pretender ser otro Cervantes, sino seguir siendo él mismo, Pierre Menard.

Por cierto, un poco al margen, la novela del chileno Roberto Bolaño, Estrella distante, comienza con una operación similar: conjura al fantasma de Pierre Menard. Bolaño practicó también eso que podríamos llamar la poética borgesiana o la aproximación borgesiana a la literatura: que no es otra cosa que, como dice Borges, inventarse los libros para luego resumirlos, comentarlos.

Galchen ve en esta insistencia de Borges por inventar libros a los que él "desperately wishes to respond", la consecuencia inevitable de su convicción de que "book’s characters are only a string of words". 

Ahora bien, ¿y qué tienen que ver los «strings of words» con los conjuros? 

Bueno la relación es evidente sólo si entendemos la pasión de Borges por la cábala y por el esoterismo (***). 

Como sabemos, evidencia de esta pasión abunda en muchas de las historias de Borges, así como en algunos de sus poemas. Por ejemplo, uno de sus cuentos mas famosos, «El aleph», está inspirado en un tema cabalístico, al igual que su poema "El Golem", que es parte de la colección El otro, el mismo.

Gershom Scholem (1935)
Fuente: Wikimedia Commons
El hecho es que Borges sentía una fascinación casi enfermiza por la cábala, sobre la que aprendió en una serie de encuentros con Gershom Scholem, el filólogo y estudioso de la cábala israelí quien, además, fue también amigo y una gran influencia en el crítico alemán Walter Benjamin

En mi opinión, y como primera aproximación, creo que, precisamente, de ese interés por la cábala es que le viene a Borges eso que Galchen caracteriza como una convicción por ver los personajes de un libro como «string of words» y la lectura/escritura como una forma de «conjuro». ¿Cómo así?

Bueno, porque para el cabalista --ver el libro de Scholem On The Kabbalah and Its Symbolism, que fue uno de los usados por Borges--, el mundo no es sino una emanación (i.e., algo que emerge después de conjurarse) de un «string» de cuatro letras: el tetragrámaton hebreo: YHWH (יְהֹוָה).

(*) Hay una versión en inglés: The Total Library: Non-fiction, 1922-1986; en español: El idioma de los argentinos.

(**) Ficciones (Madrid: Alianza, 1995), 12.

(***) Sobre la conexión entre Borges y la cábala ver el excelente libro de Saúl Sosnowski, Borges y la cábala. La búsqueda del verbo (Buenos Aires: Pardes, 1986); igualmente, Jaime Alazraki, «Conversación con Borges sobre la cábala» (1971).

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Publicada originalmente en El amigo invisible (julio 2010).

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